viernes, 23 de diciembre de 2011

Felicitaciones al Bilbao Basket

Ayer, 22 de diciembre de 2011, los jugadores de baloncesto del Gescrap Bilbao Basket consumaron una gesta europea al meterse en el Top 16 del Basket europeo. Lo hizo precisamente contra uno de esos equipos mimados por la artificiosa autonomía vasca: el Caja Laboral Baskonia de Vitoria. Los hombres de negro demostraron que cuando Bizkaia apuesta por competir, despojándose de todo lastre impuesto desde el negacionismo, es capaz de derrotar a cualquier adversario. Esto es especialmente destacable en este ámbito en particular. Bizkaia siempre ha sido una potencia futbolística, el deporte rey por antonomasia en España. Por su parte, sus vecinos vascos siempre han demostrado un nivel rayano en la mediocridad a la hora de intentar mantenerse en un deporte tan competitivo, siendo el Alavés carne de segunda B, y la Real Sociedad un equipo que subvencionado hasta las cejas con ayudas de diputación y ayuntamiento apenas puede mantenerse en primera división, como ha venido demostrando en los últimos años.

Esta incompetencia deportiva durante décadas ha llevado a que se buscara potenciar artificialmente las capacidades deportivas de las provincias ventajistas del proyecto vasco a base de inversiones públicas sin ningún tipo de rubor en deportes considerados menores, pero con un gran empuje de aficionados. Así, una ciudad como Vitoria, recibió los parabienes de las administraciones negacionistas para construir un equipo que les metiera deportivamente en el mapa. Ese equipo es el Baskonia. ¿Qué mejor fantasía para un negacionista que vestir de "Basko-nia" al equipo de baloncesto de la capital desafecta de Álava y otorgarle triunfos a golpe de talonario? El efecto colateral de toda esta estrategia ha sido el boicot durante décadas del baloncesto de Bizkaia, que vio como fracasaban uno tras otro todos los equipos que como el Caja Bilbao o el Patronato, lograban éxitos deportivos que los herían de muerte por falta de financiación para poder acceder a las grandes ligas.

Esto sin embargo cambió con la apuesta del Bilbao Basket. Tras intuir el gran mosqueo que los miles de aficionados a este deporte en Bizkaia sentíamos por el abandono institucional a nuestros equipos mientras se mimaba entre algodones al cuadro de la Llanada, alguien por fin entró en razón y dio un mínimo apoyo a nuestro baloncesto. Se hizo a través del patrocinio y de conceder al equipo la capacidad de disponer de una cancha que diera cabida real a la afición de Bizkaia, para que se obtuvieran los ingresos que en justicia merecía un equipo de élite. Se accedió a que el equipo se mudara del anticuado y entrañable pabellón de la Casilla, al enorme Bizkaia Arena como paso previo al actual Miribilla Arena. Por fin nuestro Basket podría competir en igualdad de condiciones.

Y en igualdad de condiciones, Bizkaia siempre gana. Lo demuestra un equipo que en pocos años a pasado de empezar en lo más bajo a situarse en la élite del Basket estatal y europeo. El año pasado obtuvo un meritorio subcampeonato de la ACB solamente por detrás del todopoderoso Barcelona, y este año, ayer mismo demostró que el equipo de élite de la pantomima vasca no es el Baskonia, sino el Bilbao Basket. A pesar de los esfuerzos Gipuzkoanos por ayudar a la Llanada, en forma de patrocinio de la Caja Laboral, punta de lanza del colonialismo económico del negacionismo; y de la cobarde retirada de ayudas institucionales con la crisis como excusa y que ha llevado a sustituir el nombre de nuestra querida tierra por el de una empresa privada en el patrocinio; los hombres de negro demostraron una vez más la supremacía de Bizkaia cuando es dueña de su destino. Hombres venidos de fuera, en esta tierra siempre acogedora con los que luchan por ella, han dado una lección a muchos negacionistas de dentro. Si Bizkaia compite, Bizkaia gana. Si Bizkaia se librase del lastre, de la solidaridad panvasquista que le frena en todo su potencial, si dispusiera de la totalidad de sus recursos, nuestra tierra se asentaría en el lugar que le corresponde entre la élite de todos los campos en que quisiera participar.

Ayer los hombres de negro dieron una lección de dignidad bizkaina frente al artificial producto alavés del asimilacionismo. Bizkaia entera debería aprender de esta lección y empezar a funcionar en clave nacional. Los tiempos lo requieren y la patria lo necesita.

martes, 20 de diciembre de 2011

En Santo Tomás, consume productos de Bizkaia


Como todos los años, unos días antes de la navidad se celebra en Bilbao la feria de Santo Tomás: la gran fiesta del agro bizkainos. Como todos los años, gentes de nuestra tierra poblarán masivamente los espacios dedicados a la venta de productos de nuestro campo en los puestos del Arenal y la Plaza Nueva; lo que es una gran oportunidad para apoyar a los pequeños productores agrícolas y ganaderos de nuestra querida Bizkaia.Es el momento de disfrutar con la calidad de nuestros productos y degustar los sabores nacidos en nuestra tierra de la mano de la gente que pelea todos los días por sacar adelante las pequeñas explotaciones agropecuarias de nuestro territorio frente a la feroz competencia de nuestro entorno. Es igualmente el tiempo en que los bizkainos debemos devolver con gratitud nuestro cariño a estos esforzados trabajadores del sector primario exigiendo productos de nuestra tierra.

La calidad superior de los productos de Bizkaia es indiscutible, y por ello debemos permanecer vigilantes para que desde los puestos se vele por la protección de nuestra industria primaria, ofreciendo a los consumidores mercancías del campo bizkaitarra. Algunos (pocos) de los puestos que poblarán mañana las calles de nuestra villa intentarán cubrir la gran demandad de productos tradicionales pirateando el trabajo de nuestros productores e intentando darnos gato por liebre. Para ello recurrirán a colarnos botellas de sidra o txakolí carentes de la preceptiva denominación de orígen de nuestra tierra. Es el momento de exigir dicha carta de naturaleza a los vendedores, de devolver la fuerte apuesta que se hace en orígen por la calidad y evitar atajos para ganar cuatro euros a costa de nuestro campo.

Así pues, mañana, día de Santo Tomás, los consumidores debemos salir con las ideas claras, debemos tener bien claro que queremos Bizkaiko Txakolina, Alubias y Pimientos de Gernika, Quesos de Gorbea y de ovejas de cara negra de Carranza, Chorizos de Orozko, Mantecadas y Quesos de Orduña, Txuleton de Berriz, conservas de Bermeo, Lombera de Carranza , Talo de Mungia, Habas y cebolla morada de Zalla, tomate de Busturia, y aves y productos de caserío elaborados íntegramente en Bizkaia.

Mañana es día de festejar, pero también de reivindicar. Es día de celebración y algarabía para todos aquellos que se sumen a la fiesta de nuestro campo, que acude a nuestra capital igual que acude al mercado de Gernika todo el año, y a las distintas pequeñas poblaciones de nuestra tierra en sus fechas señaladas. Pero también es tiempo de comprar con conciencia nacional, de exigir productos de Vizcaya, de apostar por nuestra tierra con el mismo espíritu con el que animamos a nuestros deportistas o apoyamos a nuestras grandes empresas. El campo de Bizkaia pelea cada día por seguir vivo, y los bizkaitarras somos un pueblo generoso para con aquellos que se esfuerzan sin que nadie les regale nada. Debemos asegurar que todo ese esfuerzo se encamina a recoger los frutos que en justicia le pertenecen. Mañana y siempre, los bizkainos con conciencia nacional apoyaremos a nuestros productores agropecuarios exigiendo productos de Bizkaia.

lunes, 19 de diciembre de 2011

El porvenir de Vizcaya


Somos muchos los patriotas que desde el nacionalismo bizkaino nos preocupamos seriamente sobre el porvenir que aguarda a nuestra tierra de seguir bajo la actual ola de asimilacionismo emprendida desde hace ya varias décadas y que parece no tener fin. Nuestra amada nación bizkaitarra viene sufriendo un lento pero continuado proceso de desnaturalización y pérdida de su identidad colectiva que ha causado grandes estragos entre nuestra gente. Ya hemos denunciado anteriormente el peligro que este retroceso nacional puede suponer para nuestro futuro: hablamos de la destrucción de nuestros idiomas, del olvido de nuestra herencia histórica y cultural, del expolio de nuestras riquezas, de la desmemoria, la asimilación y el postramiento frente a otros territorios y gentes. Es una amenaza latente y sin embargo real que ya ha tenido plasmaciones dramáticas en nuestra tierra.

Muchos de nuestros compatriotas se han visto forzados a emigrar debido a la falta de oportunidades que se han encontrado por mor de la pretendida construcción autonómica vasca. Durante los años de bonanza económica fueron muchos los bizkainos desplazados a tierras de la llanada en busca de trabajos y viviendas que se les negaba en nuestra Vizcaya. El crecimiento urbanístico de Vitoria Gasteiz, acompañado por la deslocalización de muchas de nuestras empresas que han buscado la cercanía con los núcleos de poder de la nueva autonomía vasca han conducido a un constante goteo de compatriotas que se han visto forzados a emigrar y llevar sus vidas más allá de Altube.

El empeño de nuestras autoridades negacionistas de repartir el mismo café para todos que denuncian del gobierno central, ha llevado a que territorios mucho menos poblados y desarrollados que el nuestro obtengan un reparto muy beneficioso en infraestructuras e inversiones en nombre del equilibrio territorial que resulta insoportable. Así, las ayudas a los campos tecnológicos de Alava y Gipuzkoa, algunos de ellos devastados por la corrupción de quienes han engordado sus bolsillos con el dinero salido de Vizcaya, ha traído como consecuencia que muchos de nuestros mejores investigadores y empresarios se hayan desplazado fuera de nuestro territorio, llevándose consigo todo su potencial de riqueza y crecimiento hacia zonas donde dichos centros han caído como un maná pagado de nuestros impuestos.

En este punto es vergonzoso el modo en que ciertos ayuntamientos de la llanada ofrecen tierras y parques empresariales a coste cero para que nuestra industria salga de Bizkaia en busca de menores costes y artificial beneficio subvencionado con nuestro dinero. Pagamos en definitiva por ser más pobres: es la gran estafa autonómica del negacionismo.

¿Es acaso comprensible que Gipuzkoa o Alava tengan la misma red asistencial sanitaria que nuestro territorio siendo zonas mucho menos pobladas que nuestra patria? ¿Con qué dinero se financian esos centros asistenciales o tecnológicos punteros de los que se han dotado? ¿Por qué el motor turístico del Guggenheim se redirige a que los turistas fijen sus estancias en hoteles de Donosti y sus vuelos en Biarritz? ¿Quién ha pagado el Artium de Vitoria para aprovecharse del renacido interés por el arte contemporáneo de nuestros visitantes?  ¿Acaso es coincidencia que los principales centros de nanotecnología se hayan asentado en Gipuzkoa tras ostentar el cargo de ministra de ciencia y tecnología una donostiarra? ¿Por qué se han llevado del campus de Bizkaia el centro de hostelería y han levantado en San Sebastián el lujoso Basque Culinary Center? ¿Por qué el gipuzkoano grupo mondragón financia a los equipos de baloncesto de San Sebastián y Vitoria mientras da la espalda al basket bizkaino? Muchas son las preguntas y pocas las respuestas.

Bizkaia vive una época oscura de negacionismo y asimilacionismo que nos empuja a revelarnos contra este negro destino. Es el momento de tomar conciencia del porvenir que aguarda a las futuras generaciones de bizkainos de seguir por esta senda. Corremos el serio riesgo de tener un pasado dorado, escrito en letras de oro por los combativos y nobles hijos de esta tierra, y que se torne en un futuro gris de emigración y abandono. No hay más que ver las cifras de abandono de nuestra tierra por parte de nuestros jóvenes; las tasas de paro de nuestra Bizkaia muy por encima de sus ventajistas vecinos, la deslocalización de nuestras empresas; que no se hace hacia horizontes lejanos, sino que se encamina hacia parajes más cercanos y tramposos.

Es necesario reaccionar ante este panorama. Desde el nacionalismo bizkaino hacemos un llamamiento a nuestros conciudadanos para que hagan examen de conciencia. No es viable seguir participando de este entramado perverso de destrucción de nuestra patria. Es preciso reorganizarse y prepararse para la acción; es tiempo de despertar a la nación dormida, de agitar mentes y corazones, de aportar luz allí donde los enemigos de esta tierra han sembrado oscuridad. No hay tiempo que perder, porque nuestra querida Bizkaia demanda un autogobierno propio para poder subsistir; una autonomía libre de ataduras panvasquistas que pueda asegurar un futuro a nuestros compatriotas. Necesitamos del concurso de todos y todas, del apoyo sin fisuras de aquellos que se demandan hijos e hijas de esta tierra para poder ofrecerle una oportunidad a nuestro pueblo. Es tiempo del renacer nacional de Bizkaia.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Vizcaya en el punto de mira.


Nuestra tierra, generosa y solidaria dentro de la artificial autonomía vasca, es la piedra angular sobre la que construir el renacer del nuevo reino de Navarra. Sólo Bizkaia tiene el potencial económico, demográfico y de desarrollo capaz de poder hacer florecer las esperanzas del asimilacionismo. Esta capacidad de vertebrar es la que los nacionalistas bizkainos reclamamos para constituirnos en un autogobierno propio y justo. Un autogobierno que vele por los intereses exclusivos de Vizcaya y sus gentes.

Esta exigencia nace de la necesidad de preservar nuestra identidad diferenciada de ese marasmo neonavarrista, que pretende gobernarnos desde los Pirineos en lugar de hacerlo desde el Cantábrico. Los negacionistas, asentados con fuerza en la desnaturalizada provincia de Gipúzkoa y el norte de Navarra, tienen muy claros sus objetivos para destruir nuestra conciencia nacional y saquear nuestros recursos. Para ello se valen de la tramposa autonomía vasca; levantada bajo apabullantes mentiras históricas, y construida bajo  el fantoche de la solidaridad. Una solidaridad asimétrica, donde Gipúzkoa impone su lengua y su folklore, mientras los alaveses se llevan la parte del león en cuanto a inversiones e influencia política. Una solidaridad donde Bizkaia solo aporta y nada recibe.

Si hacemos un frío análisis de esta sintética unión de territorios, veremos que padecemos una injusticia sangrante. Si tomamos las últimas elecciones autonómicas como referencia, en el territorio alavés, obtener un representante en el parlamento vasco vale el sufragio de 5507 habitantes de la llanada, donde fueron 137666 votos a opciones que obtuvieron representación los que dieron a esa tierra 25 asientos en el parlamento vitoriano. Frente a ello, en Bizkaia fueron  522315 los votantes que acudiendo a las urnas, lograron representación para sus opciones, con un valor de 20893 por escaño. Esto viene a suponer que esta autonomía se construye bajo la enorme injusticia de que el voto de un alavés vale lo mismo que el voto de casi cuatro bizkaitarras. No es de extrañar que en estas circunstancias, los desafectos alaveses obtengan pingües beneficios de esta pantomima autonómica, dado que se llevan el dinero, la representación y el peso de las administraciones.

Creemos que es necesario denunciar esta situación y dar a conocer con toda su crudeza las injusticias sobre las que se articula la destrucción de nuestra identidad nacional. Bizkaia está en el punto de mira de quienes no reconocen su esencia nacional y viven de las rentas de nuestra tierra. Es preciso alertar a nuestros ciudadanos de esta grave situación, que no es sino una parada más dentro del trayecto que lleva a alejar las decisiones sobre nuestro futuro camino de Pamplona. Nos venden el cordero vasco para que no veamos que bajo su lana se esconde el lobo del renacido reino navarro. Vivimos una novela por entregas, en la que nuestra soberanía ha salido de Vizcaya y ha hecho una parada en la llanada camino de la tierra de las cadenas. Cadenas que debemos romper antes de que se vuelvan a forjar .

viernes, 16 de diciembre de 2011

Bizkaiko Selezioari Bai!!!!


El próximo día 28 de diciembre, los bizkainos vamos a presenciar una vez más la mayor inocentada que se puede perpetrar contra nuestra identidad nacional. Los lacayos del asimilacionismo celebrarán un año más el akelarre que todos los años realizan en San Mamés los partidarios de la integración y destrucción de nuestro pueblo dentro de Euskal Txerria. Lo harán, como siempre, con el beneplácito de los dirigentes del club de los amores de nuestra tierra, postrado bajo la bota de los negacionistas.

Y es que nuestro Athletic Club se ha convertido en un juguete en manos de los títeres del asimilacionismo, que en una labor soterrada y silenciosa han ido vaciando de bizkainos la cantera de Lezama, abriendo las puertas de par en par a los futbolistas de fuera de nuestra tierra. No es que tengamos nada que objetar a que dichos futbolistas jueguen en nuestro equipo; muchos de ellos han aceptado con naturalidad la representación de los bizkainos con mucho orgullo y dignidad, y nuestra tierra, siempre acogedora con aquellos que la aman, los ha adoptado a mimado como a cualquier bizkaitarra. Sin embargo, sí creemos que es denunciable el modo en que se ha dado la espalda al fútbol base de Vizcaya, dando la espalda a muchos chavales de nuestra tierra, que han empeñado ilusión y esfuerzo por llegar al primer equipo, y que se ven privados de vestir la elástica rojiblanca en virtud de la preferencia por llenar el once de jugadores foráneos.

Es un hecho demostrado que los mejores jugadores que ha tenido el club bilbaíno han sido aquellos que no sólo recalan en sus filas por condición de su pertenencia al imaginario panvasquista del asimilacionismo, sino que sienten los colores y el amor a la tierra bizkaina. Los jugadores que no sólo juegan como mercenarios en este equipo, sino aquellos que se dejan la piel por unos colores que son los suyos. En los tiempos de dificultades, los chicos de la tierra son los que arriman el hombro por sacar el equipo adelante, mientras que los que han recalado desde otros equipos como la Real o el Osasuna siempre se han mostrado más displicentes a sacar el trabajo que se les exige.

En muchas ocasiones el pretendido espíritu panvasquista ha cegado el buen juicio de los dirigentes, dando alas a jugadores mercenarios que han pagado con puñaladas traperas la fe que la afición depositó en ellos. Así, por obra y gracia del asimilacionismo se nos vendió que debíamos incluir en nuestro once a un tal Bixente Lizarazu, francés converso a los postulados del negacionismo, cuya adhesión a nuestra tierra fue tan frágil como el importe que pagó el Bayern de Munich por su fichaje. Lo mismo podemos decir del Vitoriano Karanka, a quien faltó el tiempo para irse corriendo al Madrid y ahora sirve de fantoche mediático de Mourinho.

Mientras a Bizkaia se le niega el pan y la sal para poder competir en igualdad de condiciones con otras selecciones autonómicas, el planteamiento tramposo del negacionismo es hacer el trabajo de proselitismo todos los años en nuestra tierra. Aduciendo que el importe se destinará al fútbol base (cosa que el club rojiblanco ya hace por sí mismo, incluso con clubs fuera de Bizkaia), el partido de la selección panvasquista siempre se celebra en Bilbao, en un estadio privado; con el fin de inculcar el sentimiento nacional artificioso del nuevo estado navarro. Nunca se proponen jugar en Gipúzkoa o en Alava, ya que, como es habitual, somos los bizkainos quienes tenemos que costear con nuestro dinero el mantenimiento de esta selección sintética que destinará su recaudación en muchos clubes de fuera de nuestra tierra.

Desde la Conciencia Nacional Bizkaina, exigimos que se de una oportunidad a los jugadores de nuestra tierra para demostrar que tienen la calidad y el empuje suficiente para caminar solos al margen de la elástica verde. Es necesario potenciar una cantera que se ve estrangulada por la apuesta por jugadores de otros territorios. ¿Acaso en el millón largo de Bizkainos no hay once chavales dispuestos a darlo todo en el campo con calidad y entrega? ¿Por qué no queda representada en su justa medida la afición de nuestra tierra por este deporte? ¿Por qué se fomenta artificialmente el potencial deportivo de los territorios más despoblados y atrasados a los que Euskal Txerria nos quiere asimilar? Es tiempo de empezar a plantear la necesidad de una selección de Bizkaia, construida con la ilusión de los jugadores de nuestra tierra, de arrancar el miedo de los corazones de nuestros jóvenes a reivindicar sus colores por encima de la imposición verde del asimilacionismo. Bizkaia siempre ha sido rojiblanca, y rojiblanca es nuestra selección. Es momento de alzar la voz y plantarse ante la inocentada de todas las navidades. BIZKAIKO SELEZIOA ORAIN!!!! 

jueves, 15 de diciembre de 2011

La desmemoria como arma del negacionismo


¿Se imaginan ustedes que la ciudad de Moscú dedicase una calle a Adolf Hitler? ¿O Tel Aviv a Goebbels? ¿Se imaginan caminar por la avenida de Saddam Husein en Washington? Todas estas propuestas resultan a todas luces ridículas habida cuenta que todos estos personajes se han destacado por su odio a ciertos pueblos y gentes a los que han combatido y en algunos casos masacrado en cruentas guerras. Sería como un homenaje a la ignominia por parte de aquellos que sufrieron los estragos de la guerra contra estos individuos.

Y sin embargo en Bizkaia, por puro arte de birlibirloque, los enemigos del pueblo bizkaíno reciben recuerdo y pleitesía  en nuestra nomenclatura callejera gracias al empeño del asimilacionismo. Si empezamos por nuestra propia capital, Bilbao, ésta dedica una gran avenida a uno de sus mayores enemigos, el gipuzkoano Tomás de Zumalacárregui. Personaje ultramontano donde los haya, Zumalacárregui destacó como militar en el bando carlista moviéndose como pez en el agua entre Navarra y Alava. Originario de Cegama, en Gipúzkoa, fue guerrillero durante la guerra de independencia contra Francia, y luego adicto al régimen de Fernando VII, a quien le unía una fidelidad inquebrantable por su idología retrógrada. Al morir su rey, tomó las armas con un ejército absolutista donde destacó por su crueldad y falta de compasión para con los prisioneros de guerra, ordenando algunos de los episodios más sucios y truculentos de aquella guerra, como los fusilamientos de más de cien reos del cuerpo de Celadores de Alava en Heredia.

Sus mayores éxitos militares se construyeron en las Amescoas navarras, y en el oriente de Alava; además de ataques inhumanos contra pueblos riojanos como Cenicero. Este siniestro personaje fue a encontrar la muerte a las puertas de Bilbao, donde un valeroso bizkaino acertó a alcanzarle en la pierna mientras supervisaba el salvaje bombardeo de nuestra capital el 15 de junio de 1835. El negacionismo ha idealizado la figura de este sanguinario gipuzkoano, engañandonos hasta en su forma de morir y dedicándole en su pueblo natal un museo donde se ensalza su figura. Según los negacionistas, Zumalakarregi fue alcanzado por una bala perdida cerca de la Basílica de Begoña, donde nuestros antepasados se habían atrincherado ante esta nueva agresión guipuzcoano-navarra, mientras inspeccionaba la línea del frente desde el balcón del ya desaparecido palacio de Begoña. Tras ser herido en la pierna derecha, fue trasladado a Durango y posteriormente a su Cegama natal donde falleció víctima de una complicación. Lo cierto es que teniendo en cuenta lo rudimentario del armamento de la época, dominado principalmente por mosquetes de avancarga, es bastante dudoso que el siniestro Zumalakárregi fuera alcanzado por una "bala perdida"; cuando lo más probable es que algún heroico bilbaíno hiciera blanco tras aguardar pacientemente a asegurar el único disparo de su arma en las carnes del invasor gipuzcoano. Resulta absolutamente tendencioso negar el mérito del tirador bajo la máscara de la bala perdida.

A pesar de la muerte de Zumalacárregui, su ordenanza Egaña, tomó el encargo de volver a sitiar Bilbao, cuya liberación llegó el día de navidad de 1936 de la mano de Baldomero Espartero tras una encarnizada refriega en mitad de la nieve junto al puente de Lutxana en Erandio.

Tanto Egaña como Zumalacárregui, sitiadores encarnizados de nuestra capital, a la cual bombardearon y masacraron con saña, se les dedica hoy en día calles en Bilbao en un gigantesco monumento a la estupidez del asimilacionismo, mientras que los libertadores de la villa, como Espartero, se encuentran castigados fuera del callejero bilbaíno.

Algo semejante ocurre en la Villa de Portugalete, donde las tropas de Carlos VII entraron en esta población a sangre y fuego durante la tercera guerra carlista, vengándose cobardemente de su población por su espíritu liberal y su oposición al carlismo. Hoy en día, este municipio de la margen izquierda dedica una de sus principales avenidas al pretendiente criminal al trono que la devastó, en otro ejercicio de desmemoria colectiva del pueblo Bizkaino.

La nación de Bizkaia no puede consentir que sus verdugos sean vanagloriados mientras nuestros conciudadanos se mantienen impasibles ante semejantes atropellos. Es necesario denunciar estos desmanes que aportan una ración adicional de indignidad a sus protagonistas, que humillan nuestro pasado bajo la filosofía tramposa y victimista del negacionismo: empeñado en ensalzar a los enemigos de nuestra tierra como héroes romáticos derrotados, mientras apartan de nuestra herencia histórica las letras doradas de la victoria de nuestros paisanos sobre las fuerzas cavernícolas venidas de la alianza guipuzcoano-navarra.

martes, 13 de diciembre de 2011

La autonomía vasca al servicio de la destrucción de Bizkaia.


Nuestra querida patria bizkaina es el patito feo de la autonomía vasca. Nuestra identidad es objeto de burla y de abierta envidia por parte de nuestros vecinos, que no sólo se han apropiado de grandes extensiones de nuestro solar patrio, sino que viven a todo tren a costa de nuestros impuestos. Es el cerdo de Euskal Txerria que no para de engordar con nuestras riquezas mientras echa pestes un día sí y otro también de la mano que le da de comer. Los alaveses por calculado desafecto, y los guipuzcoanos, por abierto expansionismo, desangran las arcas de nuestra maltratada Vizcaya; adormecida por el sueño negacionista.

¿Vale la pena continuar alimentando la destrucción de nuestra identidad nacional en aras de la construcción del nuevo estado navarro? ¿De verdad merece la pena pagar las facturas de esta autonomía asimétrica? Los bizkaitarras con conciencia nacional decimos que no. Creemos que para que nuestra tierra desarrolle todo su potencial y ofrezca una alternativa de futuro para sus ciudadanos, es necesario que Vizcaya camine sola. Si queremos garantizar el bienestar de nuestras gentes es el momento de destinar los recursos derrochados en la pantomima autonómica vasca en un proyecto de autogobierno propio. Si queremos que nuestra voz se vuelva a oír es el momento de construir una voz para los habitantes de Bizkaia que se pueda oír en Madrid y en Bruselas; una alternativa defensora de los frutos del árbol de Gernika que quiera volver a situar nuestra voz por encima de la mordaza de Vitoria y Pamplona.

No deseamos ningún mal a nuestros vecinos; es solo que consideramos que ha llegado el momento de decir basta. No queremos ser asimilados por el panvasquismo neonavarrista, ni ser arruinados por un parlamento vasco donde nuestra tierra está subrepresentada. Queremos decir con voz alta y mirada limpia que preferimos llevar nuestro propio camino, que deseamos volver a ser lo que siempre hemos sido, sin que nadie se moleste, sin que nadie se ofenda; pero sin que nadie cuestione nuestra dignidad y resolución para llevarlo a cabo. Tenemos determinación para reivindicar nuestra identidad bizkaitarra. Una identidad plural que construir en una nueva configuración territorial, donde nuestra tierra camine junta en su diversidad.


Queremos garantizar un futuro a nuestros idiomas, a nuestras formas de vivir, de pensar y de ser. Queremos hacerlo desde el respeto, pero desde la firmeza. No deseamos ni usaremos la violencia, pues la justicia de nuestros planteamientos tienen más fuerza moral que cualquier arma que nuestros enemigos quieran emplear; el triunfo ha de llegar siempre por despertar las conciencias de nuestro pueblo.

Es el tiempo de garantizar la viabilidad de nuestra identidad nacional, reclamando nuestra propia autonomía. No pueden existir excusas ante la llamada a nuestro autogobierno: ni desde el gobierno central ni desde el vasco. El primero ya ha concedido este autogobierno al segundo y ha reconocido en su constitución los derechos que en virtud a nuestro pasado podemos reclamar siempre dentro del estado. No tenemos ningún problema con ésto, ya que el bizkaitarra siempre ha sido protagonista y líder de la historia de Castilla primero y de España después. Queremos seguir liderando y protagonizando esa historia que con gran orgullo construyeron nuestros antepasados, y que por ella ha sido merecedora de reconocimiento en la actual constitución. No sabemos si podemos esperar lo mismo del gobierno vasco. Éste está dominado por el asimilacionismo y el negacionismo que anega nuestra tierra. Sin embargo no podrá resistir esta justa reclamación si la conciencia nacional de Vizcaya despierta de su letargo. No pueden justificar la incoherencia de reclamar la autonomía y/o secesión de la causa vasca, y a su vez negársela a Bizkaia.

Vizcaya no quiere ni debe integrarse en el pretendido renacimiento del Reino de Navarra bajo la máscara del panvasquismo. Muchos de nuestros compatriotas viven confundidos con la ensoñación del asimilacionismo; sabemos que de buena fe. Pero es el momento de iluminar de nuevo las conciencias de los verdaderos patriotas, y de denunciar los desmanes de aquellos que incrustados entre nosotros, son lacayos de una patria extraña y sintética. Es tiempo de sustituir el Aberri del panvasquismo asimilacionista por el Aiterri de nuestros antepasados. Necesitamos menos abertzales y más aitertzales. Menos negacionistas y más bizkainistas. Es la hora del renacer de nuestra Bizkaia ante el mundo, y para ello es necesario que todos desde nuestras distintas posiciones, arrimemos el hombro para difundir este mensaje de esperanza para nuestro pueblo: el mensaje de la Conciencia Nacional Bizkaina.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Bizkaia es diferente y vota diferente.

Durante los últimos años he venido escuchando al asimilacionismo moderado de la autonomía vasca vanagloriarse de que mientras en el conjunto del estado teñía sus provincias de dos colores mayoritarios, los territorios objeto de su codicia mantenían la tonalidad de sus particulares designios. Esta ensoñación se ha visto truncada en las dos últimas citas electorales al congreso de los diputados, donde hace cuatro años se tiñeron del color rojo de sus adversarios políticos y en ésta última cita hemos visto una radiografía exacta del mapa histriónico de esta pantomima autonómica.

Como bien venimos avisando desde el nacionalismo bizkaitarra, los colores que tiñen Álava son fundamentalmente del color azul del vascoescepticismo; el arma empuñada por los alaveses para obtener la ventaja del soborno asimilacionista para lograr privilegios pagados por el dinero de Vizcaya.

Por otro lado, el asimilacionismo negacionista radical es prácticamente hegemónico en Gipúzkoa, modelo de desnaturalizamiento sobre el que construir Euskal Txerria. Sin embargo podemos observar que este color se extiende como una plaga contagiosa en las zonas limítrofes de ésta provincia infecciosa por el norte de Álava y el oriente de nuestra amada Bizkaia. Es la señal de alarma que nos invita a reflexionar sobre el peligro que se cierne con el avance del negacionismo radical. Un negacionismo que tiene en su punto de mira la identidad nacional de Bizkaia.

Y es que si algo tiene Bizkaia es que vota diferente porque piensa diferente. Los colores verde del asimilacionismo moderado, asentado en la capital y en las zonas rurales del centro y este de la provincia, unidas al color rojo de los grandes núcleos de población del gran Bilbao, dan muestra de que en Bizkaia se vota diferente porque se piensa diferente. Ya es hora de reivindicar esta diferencia, de agitar esas mentes verdes y rojas para hacerles comprender que pertenecen a una nación diferente de la que creen, la nación bizkaitarra. Es hora de agitar esas mentes que creen que el negacionismo radical es la defensa de su tierra, cuando supone servilismo a una identidad que no es la nuestra, y recuperar el terreno perdido en el este de nuestra tierra.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Gipuzkoa, punta de lanza del asimilacionismo.

Si hay una tierra desnaturalizada en esta pantomima autonómica vasca es Gipúzkoa. Este territorio es la fuente donde el negacionismo campa a sus anchas después de una larga actividad soterrada de destrucción de la identidad histórica de sus gentes. Para ello se ha valido de una tenaz actividad de los asimilacionistas enfocada por un lado a un ejercicio colectivo de destrucción de su memoria histórica, y por otro lado, la sublimación de su carácter local como estándar del nuevo estado navarro de los Pirineos.

No es de extrañar que los asimilacionistas pretendan imponernos una lengua sintética nacida de la fusión de los hablas guipuzcoanos como lengua única del renacido Reino de Navarra; pero no sólo la lengua, su folklore, sus costumbres, su gastronomía...etc., pretende ser servido como plato único de la identidad panvasquista. Hasta cosas tan peregrinas como las razas autóctonas de su ganado son vendidas por el asimilacionismo como el estándar de lo vasco, frente a aquellas razas propias de nuestra tierra. Así, el ganado ovino latxo, la oveja latxa, es promocionada, no sólo como oveja "vasca" de este nuevo estado, sino que es elevada a la categoría de símbolo que luce en forma de pegatina en numerosos coches de los cegados por el negacionismo. Algo tienen que decir los ganaderos de nuestra tierra, que durante siglos llevan criando a la oveja carranzana. Ésta oveja carranzana, es frente a la latxa muy superior en producción lechera y lanar, mucho más rentable y adaptada a la tierra y clima de nuestra tierra, y sobre todo genuinamente bizkaina.

Pero sigamos con el asunto que nos ocupa, la desnaturalización de Gipuzkoa. Este que presentamos es el escudo histórico de esa tierra. Obsérvese que junto a los tres árboles tejos con sus olas de mar, el escudo Gipuzkoano incluye en su parte superior un rey y doce cañones. El rey es el símbolo de la monarquía castellana que siempre defendió, y que fue pagado por los navarros con los sitios de San Sebastián, Tolosa y Fuenterrabía, y el incendio, destrucción y saqueo de Irun, Oyárzun, Hernani y Rentería a finales de 1512. En diciembre de ese mismo año, los Gipuzkoanos devolvieron el golpe al ejército navarro destrozando su retaguardia y capturando sus cañones en la Batalla de Velate, y como reconocimiento a tal servicio en la guerra contra Navarra, le fue otorgado a su escudo heráldico las doce piezas de artillería capturadas.

Esta notable trayectoria de los guipuzcoanos al servicio de Castilla, fue el primer objetivo puesto en el punto de mira por los negacionistas durante la construcción de la autonomía vasca. El asimilacionismo no podía admitir la realidad histórica. Era necesario borrar de la memoria colectiva el esfuerzo victorioso de los guipuzcoanos por su identidad, y sustituirlo por la ideología del victimismo de los derrotados navarros. Así pues, poniendo en los altares del sacrificio el pasado heroico de sus gentes, en 1979 las juntas generales de Gipuzkoa votaron para su vergüenza, la eliminación de la parte superior de su heráldica para dejar un escudo como el actual, limpio de su pasado. Se adujeron para ello las buenas relaciones con Navarra; unas relaciones que ya fueron buenas cuando los requetés navarros y guipuzcoanos regaron de sangre la tierra de Vizcaya durante la guerra civil y en la que los cañones de Velate no fueron obstáculo para ese entendimiento. Hoy solamente el municipio de Cizúrquil mantiene en su escudo los doce cañones de Velate, sin que eso parezca ser un obstáculo para las buenas relaciones con Navarra, ya que fueron los habitantes de esta villa los que tomaron parte en dicha batalla, y ni siquiera los negacionistas más radicales se atreven a negar la identidad de estas gentes en nombre de su proyecto uniformizante.
De este modo se fraguó la primera piedra en el camino para desnaturalizar la identidad gipuzkoana, eliminando vestigios de memoria que entorpecieran el avance del asimilacionismo. Un avance que adulterando la identidad de sus gentes, ha crecido como la espuma en los últimos años, y que corre peligro de ser contagiada a nuestra tierra por el voraz apetito expansionista de Euskal Txerria. Hoy en día no hay que mirar mas que el mapa electoral para ver como la maquinaria del negacionismo está bien engrasada. De la mano de sus lacayos de Euskaltzaindia, y con el beneplácito del gobierno títere de turno en Vitoria, se han ido borrando poco a poco los nombres históricos de la identidad gipuzkoana, del mismo modo en que se pretende hacer en Bizkaia. Así, sitios como Placencia de las Armas, nombre que nos reconduce a la íntima relación con Castilla de este territorio, es ahora conocida como "Soraluze", tierra desnaturalizada de su pasado.

Este es un ejemplo más del riesgo que corre Bizkaia de seguir el camino Gipuzkoano. Un camino que lleva a nuestra pérdida de identidad, la pérdida de nuestro acerbo cultural y nuestro patrimonio histórico. Es el destino hacia el que se dirigen los pasos del negacionismo; el horizonte de asimilar nuestra naturaleza a la de aquello que niega nuestras raíces. Todo con el fin de mantener postrada a Vizcaya entera a los pies de otras tierras y gentes que pretenden construir su bienestar con los recursos de un pueblo desmemoriado y servil. Destruyendo nuestra identidad y asimilándola al servicio del nuevo estado navarro panvasquista. Es hora de que la conciencia nacional bizkaina se agite contra estos nuevos bárbaros que demandan de nosotros la pan y la sal sin ofrecer nada a cambio. Es tiempo de exhibir con orgullo nuestro pasado e identidad y decir que en Bizkaia hay una roca patriótica contra la que se estrellarán las olas de esta marejada de desmemoria organizada; que nuestra tierra es nuestra, y nuestro pasado, presente y futuro nos pertenece.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Vizcaya: razones para la secesión. El idioma.


Vizcaya is different: Bizkaia ez da Euskal Txarria!!! Nuestra tierra tiene una identidad propia que debe ser salvaguardada del nuevo asimilacionismo navarro. Las ideas propagadas desde el asimilacionismo pretenden diluir nuestra identidad en una amalgama de pueblos lacayos de este estado de nueva planta que se alimenta vorazmente de nuestros recursos. Sin embargo, el negacionismo no puede resistir el más mínimo análisis crítico de sus postulados, poniéndose enseguida en evidencia y tomando una actitud abiertamente defensiva y hostil hacia el patriota bizkaitarra.

El primer fundamento del asimilacionismo es que nuestra tierra es una provincia más del  "pueblo del euskera". Éste pueblo, cuyo estado nación pivotó alrededor del Reino de Navarra, debe recuperar su soberanía alrededor de la lengua, para así prevalecer en el tiempo. Todos los bizkainos estamos familiarizados con éste discurso negacionista; y muchos de entre nosotros lo han adoptado de buena fe, al amar las lenguas de su tierra y confundir ese amor con un proyecto político. Entre nosotros: todos tenemos una madre o un padre a quien queremos y amamos; pero de ahí a construir un discurso político alrededor del amor a nuestros progenitores media un mundo. Y este discurso se vuelve particularmente perverso cuando pretendemos que en virtud de ese amor sublimar hasta el incesto la relación con alguno de ellos y desnaturalizar completamente el sentido primigenio del cariño entre padres e hijos.

Algo semejante ocurre con los postulados del negacionismo. Para empezar, en nombre de la defensa del "pueblo del euskera", se destruye precisamente dicha comunidad lingüística, que por sí misma no justifica la construcción de un estado. Sería tanto como pretender que todos los países francófonos volvieran a levantar un gran imperio desde Quebec hasta África, integrando regiones de Suiza y Bélgica en nombre de la lengua común. Sería negar la pluralidad nacional de América Latina, donde la misma lengua recorre el continente desde la Patagonia hasta el Caribe, y más al norte, los suburbios de Nueva York. Negar la identidad diferenciada de Bizkaia en nombre del pueblo del euskera es una osada pretensión negacionista destinada a minar nuestra propia esencia nacional.

Más aún podemos ahondar en la idea que la propia comunidad de lenguas con raíz euskérica (señalemos lo de LENGUAS), en realidad es terriblemente diversa, frente al proyecto asimilacionista e uniformizante del panvasquismo navarrizante. Si cogemos un mapa del pretendido nuevo reino navarro del euskera, nos encontraríamos con un panorama como el dibujado por Koldo Zuazo y que se puede consultar en la wikipedia, y que quedaría así:

En dicho mapa, y restando las zonas grises del área de Pamplona y norte de Álava, que señala el propio autor como zonas donde las lenguas euskéricas están extintas desde el S.XIX, el "pueblo del euskera" apenas comprende un tercio del territorio demandado por los negacionistas como solar del nuevo estado navarro. ¿Por qué entonces ese afán de introducir con calzador esa lengua sintética que es el Euskara Batua en zonas hispanoparlantes? El argumento de que eran zonas donde se hablaba el idioma, podría dar lugar a reclamar la luna; como si un nuevo imperio castellanoparlante exigiera a los EEUU la entrega de los estados de California, Tejas, Nevada, Colorado, Luisiana, Florida y  Nuevo México como tierras que pertenecieron al antiguo imperio español y donde se introdujera un idioma castellano desnaturalizado para américa latina en nombre del "pueblo del castellano".

El propio mapa de Zuazo, y el negacionismo en general, se resisten a aceptar que en las llamadas tierras donde se utiliza el "dialecto occidental" y que corresponden íntegramente con parte del solar nacional Bizkiano, existe una pluralidad de formas de expresión de estos idiomas. Todos los bizkaínos sabemos las dificultades de comunicación que existen entre quienes practican sus viejos idiomas euskéricos en la zona de Ondárroa, con los de Bermeo o Dima. Precisamente porque son idiomas diferenciados y ricos con una misma raíz; y que ahora se pretenden destruir de la mano de esa aberración del Batua.

Bizkaia misma es una nación plural que no puede cometer los mismos errores del negacionismo. Sabemos que somos una tierra que es fruto de la unión y libre voluntad de las zonas que la componen. La Vizcaya medieval, a la que posteriormente se unieron el Duranguesado y a principios del S XIX las Encartaciones, debe velar por su pluralidad interior huyendo de cualquier tentación uniformizadora como la que pretende el asimilacionismo. Debemos sacar a gorrazos de nuestra tierra a todos aquellos que se están lucrando con la destrucción de nuestra riqueza lingüísitca, comenzando por los chupópteros de Euskaltzaindía, y seguido de los políticos negacionistas que incrustados entre nosotros, pretenden acabar con nuestro patrimonio identitario.

Es hora de comenzar a denunciar las falacias que niegan a Bizkaia como solar común de los bizkaínos. Es tiempo de acabar con la confusión sembrada por el asimilacionismo navarrizante, de agitar las mentes y corazones de nuestros compatriotas, de hacerles ver que no tienen que sentir vergüenza por hablar la lengua de sus padres y abuelos, ya sea porque se expresan en lengua bizkaina y no les dejan obtener esa abominación que es el EGA, o porque lo hacen en lengua castellana, como lo hicieron sus ancestros en las Encartaciones. Es hora de denunciar la mentira y devolver la dignidad a Bizkaia; la misma dignidad que desde sus tumbas nos exigen los dos mil bizkaínos que aplastaron los últimos rescoldos del reino de Navarra en las llanuras de Noain. Es tiempo del renacer como nación de Vizcaya y enarbolar en alto el escudo de nuestro árbol de Gernika, del que tanto tiempo llevan alimentándose los cerdos de Euskal Txerria, y de plantar de nuevo el árbol malato en los confines de nuestra tierra, para señalar la frontera entre los patriotas bizkaínos y los negacionistas que vuelven a campar por nuestra tierra y que deben ser devueltos más allá de los límites marcados por los retoños del gafo.

jueves, 8 de diciembre de 2011

El odio hacia Bizkaia


Los asimilacionistas no quieren que Bizkaia retome su conciencia nacional. En su proyecto no encaja una tierra con su propia identidad, sino que prefieren la uniformidad y el servilismo. Necesitan a nuestro territorio por pura conveniencia, ya que es el peso demográfico y económico de nuestra tierra la que puede llegar a vertebrar un nuevo estado navarro panvasquista. El negacionismo sabe que Bizkaia es fuerte, que tiene una identidad diferenciada y que tiene el poder de erigirse en un territorio autónomo a espaldas de su proyecto, y la conciencia de que su futuro depende de nosotros es lo que ha hecho que entre los asimilacionistas se desarrolle un larvado odio a todo lo que suene a Bizkaia.

Para ello han ido minando lentamente nuestra identidad, y a la vez, extendido el odio hacia Vizcaya entre sus vecinos. Pese a que pagamos solidariamente su autonomía negacionista, nuestros vecinos han intentado por todos los medios minimizar nuestro progreso. De este modo, cuando en Bilbao se levantó el faro turístico del museo Guggenheim, en primer lugar el negacionismo radical intentó volarlo por los aires, y luego el negacionismo moderado invirtió en burdas copias como el Artium en Vitoria para intentar robar turistas a nuestra capital. Cuando Bizkaia desarrolla potentes campus privados como la universidad de Deusto, el negacionismo fomenta universidades propias y patéticas como la de Mondragón. Si Vizcaya dota de un metro a su área metropolitana, Gipúzkoa exige otro para su  minúscula capital... la lista es interminable. Y la mayor vergüenza del asimilacionismo es que todos estos proyectos que buscan hacer sombra a nuestra tierra se financian precisamente con los impuestos de los bizkaitarras, ya sea mediante proyectos públicos, o generosas ayudas a proyectos privados.

Así, para hacer frente a nuestra potente industrialización, la iglesia católica ha promocionado desde sus orígenes el movimiento cooperativista gipuzkoano. Esta indisimulada alianza entre sotanas y política frente a Bizkaia la venimos padeciendo desde que el Gipuzkoano Ignacio de Loyola y el Navarro Francisco Javier fundaran la compañía de Jesús. Esta congregación, conocida mundialmente por su fanatismo y su integrismo católico ha tenido siempre en su punto de mira a la Bizkaia librepensadora y abierta al mundo que tanto aborrecen. En este punto resulta vergonzoso que Ignacio de Loyola sea festejado en Bizkaia como patrón, dado que es ajeno a nuestra historia y territorio.

Los bizkainos debemos permanecer vigilantes ante el movimiento de odio que el negacionismo viene sembrando entre nuestros vecinos. No queremos conflictos con nadie, pero exigimos que se nos respete; y el camino del respeto comienza por el de que dejen que gobernemos nuestra propia casa y administremos nuestros dineros. 

miércoles, 7 de diciembre de 2011

El expolio de Bizkaia.


La reconstrucción del extinto reino de Navarra que propugnan los asimilacionistas, requiere una Vizcaya postrada y sumisa pero dispuesta a pagar la factura, no sólo cultural y lingüística, sino económica que sostiene todo este tinglado. En nombre del panvasquismo, alimentando ese horizonte de patria sintética llamada Euskal Herria, los tributos de nuestra tierra expoliada van a pagar el engorde de las arcas de Vitoria y Pamplona. Esta, Euskal Herria, mejor renombrada como Euskal Txerria, ya que engulle como un cerdo el fruto de la autonomía que brota de nuestro árbol de Gernika, se costea sus infraestructuras, su televisión, su policía, su sanidad, su educación y su progreso a costa del empobrecimiento de Bizkaia, que es quien paga.

Alguna vez, seguramente todos los que hemos tenido que tratar con algún alavés, hemos oído que se nos espeta que el agua de Vizcaya proviene de la llanada. No sólo es una falacia, dado que un gran caudal del agua que bebemos proviene de Ordunte, en Burgos, o de nuestros ríos; pero en caso de que así fuera: ¿Quién ha pagado esos embalses? ¿Quién ha dotado de infraestructuras a una provincia despoblada y miserable como Álava? ¿Quién ha tributado con sus impuestos para que en nombre de la solidaridad asimilacionista se mimen a estos territorios desagradecidos, mientras grandes zonas de nuestra tierra se ven relegadas al olvido y la pobreza?

Que nadie dude que si el dinero de Vizcaya se destinara a zonas como la margen izquierda, la zona minera, las encartaciones o Lea Artibai, nuestra tierra tendría una tasa de paro y un nivel de progreso acorde con las zonas más privilegiadas de Europa. El asimilacionismo ha seducido a muchos de nuestros conciudadanos con un canto de sirena, que hipnótico como una serpiente que se prepara a devorar su presa, ha adormecido el conocimiento de un pueblo expoliado en nombre del panvasquismo.

Este expolio continuará mientras el pueblo bizkaíno continúe dormido, hechizado por los tahúres asimilacionistas a quienes no interesa que nuestra conciencia nacional despierte. Es hora de agitar este sueño tornado en pesadilla; es hora de despertar las conciencias, de poner luz donde ahora reina la tiniebla, de despertar a nuestro pueblo. Sólo así daremos fin al saqueo, y volveremos a poner a Bizkaia en el centro del protagonismo que nunca debió perder.

martes, 6 de diciembre de 2011

Bizkaia ez da Nafarroa!!!


El negacionismo se empeña en asimilar al bizkaíno con la historia del Reino de Navarra. Nada más lejos de la realidad histórica. Frente a la pretensión de que durante el reinado de Sancho el Mayor, Vizcaya formó parte de Navarra, debemos señalar que en el medievo los reyes heredaban y dividìan las tierras en función de herencias y casamientos, y si bien es cierto que durante aquel reinado, Vizcaya se vio bajo la soberanía de un rey navarro, tampoco es menos cierto que junto a ella estaban Castilla, Aragón, Cantabria y la Rioja, sin que hoy nadie pretenda integrar estas tierras en el nuevo estado neonavarro de los pirineos. Sancho el Mayor controló durante su reinado un trono que agrupó diferentes tierras, que a su muerte dividió entre sus herederos, por lo que la pretendida unidad territorial que proclama el asimilacionismo es en realidad un fraude cogido con alfileres.

Más al contrario, Vizcaya fue siempre tierra de libertades, frente al control feudal de los reyes. Se gobernaba con su propio fuero y estuvo siempre cómoda como simiente del reino de Castilla, frente a los reinos Navarro y Leonés que ansiaban el control de sus tierras. Prueba de esta fértil simbiosis castellano-bizkaína, la fundación de Bilbao vino de la mano del noble riojano Diego López de Haro, señor de Vizcaya y cuyos lobos jalonaron durante siglos nuestro escudo junto con el árbol de Gernika.

El protagonismo de los bizkaínos de la mano de la familia de los Lope Díaz y Diego López, señores de Bizkaia y guardianes de la frontera castellana frente al afrancesado reino de los pirineos, fue siempre preminente en la historia de la corona de Castilla. Así, los naturales de nuestra tierra llevaron el peso de la gloria de este reino siendo su fuerza de choque en batallas como las Navas de Tolosa, donde el centro del ejército cristiano fue ocupado por el señor de Bizkaia y sus huestes. Éste esfuerzo en construir un reino de Castilla frente al anexionismo navarro fue reconocido a nuestros antepasados con hidalguías y prebendas: el propio fundador de Bilbao otorgó a la villa el fuero de Logroño, una carta de derechos y leyes que daba a la futura capital de Bizkaia libertades importantísimas para la época, y que animaron a los habitantes de nuestra tierra a ser muro de Castilla frente a sus enemigos navarros.

Hoy en día el negacionismo rechaza la verdad de que fueron los tercios de Vizcaya y no el Duque de Alba quienes haciendo un último servicio a Castilla, entraron en 1512 en el territorio de Navarra, uniéndolo definitivamente a la península ibérica frente a sus monarcas franceses. En su nuevo proyecto de renacimiento del difunto Reino de Navarra, pretenden atribuir a los antepasados de la andaluza duquesa de Alba una gesta que da fe de la combatividad bizkaína por mantener su identidad.Una vez más los negacionistas menosprecian nuestro glorioso pasado, restando a nuestros antepasados méritos y esfuerzo por mantenerse diferenciados de una patria que nos es extraña: escribiendo con indisimulado descaro otra página más en la historia de la infamia que pretende subyugar como provincia traidora a nuestra tierra en torno al proyecto panvasquista y navarrista que pretenden imponernos.

Es hora de que Vizcaya tome conciencia de esta nueva agresión, y rompa con las cadenas que intentan imponernos. Es hora de agitar la mente dormida de nuestros paisanos, de llamarles a recuperar el pasado que les pertenece para que sigamos siendo dueños de nuestro futuro. Es hora de decir que Bizkaia no es Navarra, que nunca lo ha sido ni lo será. Los que amamos a nuestra tierra la queremos libre y autónoma, no postrada y esclava del proyecto uniformizante del asimilacionismo navarro.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Los estragos del negacionismo.

Bizkaia es una nación. Hay quienes creemos firmemente que esto es así, y quienes por su parte nos niegan el derecho a ser reconocidos como tales. Éstos últimos son los negacionistas: aquellos que niegan la existencia de nuestro carácter nacional y pelean a brazo partido por continuar con el genocidio cultural, lingüístico y político de nuestra patria. Los negacionistas se agrupan en el conocido como nacionalismo vasco; un nacionalismo que nació de la idea de la patria bizkaína, pero que ha sido instrumentalizado posteriormente para su destrucción en nombre del renacer del extinto reino de Navarra. Mientras que el nacionalismo español reconoce la existencia de la pluralidad nacional de su configuración; y por ello le otorga autogobierno a las distintas partes de su territorio; el proyecto panvasquista navarro es monolítico. No reconoce su pluralidad interior, sino que además la combate activamente.


Este combate viene produciendo serios estragos en nuestra conciencia nacional, ya que se distorsiona la realidad que aflora en las calles cada día, para asimilarnos a una identidad que nos es extraña e impuesta. Muchos de nuestros compatriotas han sido confundidos por la defensa de esa identidad vasca, pensando de buena fe que la defensa de los vasco va indisolublemente unido a la defensa de lo bizkaino: nada más lejos de la realidad. Esta buena fe ha permitido que se mutile territorialmente el solar de nuestra tierra, que se acalle la voz de sus gentes, que se expolien sus riquezas para alimentar las insaciables bocas de alaveses y gipuzkoanos, que ni siquiera hacen el amago de disimular el desprecio que sienten por nuestra tierra.

Es un hecho que los vizcaínos no compartimos la cultura navarra ni sus expresiones folklóricas. No somos de jotas ni de vino Rueda. Tampoco somos de blusa alavesa, ni de guiso de patata; y aún menos de alarde y tamborrada guipuzcoana pese a los desmedidos esfuerzos por introducir estas constumbres que nos son ajenas en determinadas fiestas locales de nuestra tierra.

Bizkaia ha sido siempre tierra de libertades, tierra de industria y hierro, de progreso y pluralismo, de campo pero sobre todo de ciudad. En nuestra patria siempre hemos sido protagonistas de nuestro destino; hemos defendido las libertades y el progreso frente al rancio ruralismo neonavarrista. El precio que hemos pagado históricamente ha sido abonado en sangre bizkaína, en bombardeos como el de Bilbao o Portugalete en el siglo XIX o el de Gernika y Durango en el S XX. La supuesta autonomía vasca de la guerra civil fue en realidad autonomía bizkaína, defendida por ideas plurales y pisoteada por requetés gipuzkoanos y alaveses que regaron de sangre nuestra tierra de la mano de la IV de Navarra. Negar esta realidad histórica, negación de los hijos y nietos de los gipuzkoanos, alaveses y navarros que derramaron la sangre de todos los patriotas bizkainos, es la más alta expresión del negacionismo histórico que causa estragos en nuestra identidad como pueblo y nación diferenciada.

domingo, 4 de diciembre de 2011

El Genocidio Cultural y Lingüístico.

El pasado día 3 de diciembre, los partidarios de la raquítica autonomía vasca y los partidarios del nacionalismo navarrizante que asola nuestra tierra se dedicaron a celebrar la fiesta del "Día del Euskera". Ésta festividad se asemeja al catatónico relato de Orwell en 1984, donde la neolengua identifica los antagonismos para nombrar una cosa con su contraria. Y qué hay más contrario al espíritu de celebrar un idioma que festejar el genocidio cultural y lingüístico de la pluralidad y riqueza del habla euskérika bizkaitarra. Nuestra tierra, rica en matices lingüísticos, ha desarrollado durante siglos un modo propio, un uso autóctono y particular de la lengua vascuence. Cada zona ha desarrollado su propia identidad y particularidad, su genuina manera de comunicarse en las lenguas de nuestra tierra.

Desde que se impuso el asimilacionismo cultural del vasquismo navarrizante, asistimos a un ataque sin precedentes contra la identidad cultural y lingüística de Bizkaia. En nombre de la preservación de una lengua se están asesinado premeditadamente las múltiples lenguas de nuestra tierra, laminadas por la apisonadora uniformizante del euskera batua. Ésta lengua sintética y pobre, que hunde sus raíces en la forma de hablar un euskera particular de la zona de Gipúzkoa y Navarra, se viene imponiendo con el aplauso general de una clase política e intelectual pesebrera del asimilacionismo. Se produce además este genocidio desde la más tierna infancia, donde se introduce la nueva lengua uniformizante en zonas que nuestros idiomas autóctonos ya cubrían y que se ven asfixiados por esta nueva ola de conversos culturales.

Los bizkainos no podemos seguir callados ante este crimen que se está cometiendo aquí y ahora; delante de nuestras narices y con la complacencia de nuestros gobernantes. Debemos recuperar nuestras propias raíces, nuestra propia identidad rica en matices. Si dejamos morir esta parte de nuestro patrimonio que actualmente boquea asfixiada por este tsunami uniformizador y reduccionista, asistiremos impasibles al entierro de siglos de esencia nacional bizkaína a manos de quienes ni aman, ni comprenden, ni aceptan a nuestra tierra: Vizcaya.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Las comarcas de Bizkaia.

La autonomía vasca ha cercenado la identidad de Vizcaya, no sólo con su afán asimilacionista sino también con su distribución territorial, que ha mutilado la configuración de nuestra tierra, otorgando a las ventajistas provincias de Alava y Gipuzkoa vastas extensiones de nuestra patria.

Bizkaia ha sido siempre el fruto de la unión voluntaria de sus comarcas, cada una de ellas con su propia identidad. Esta pluralidad interna, enriquecedora a todos los efectos de la identidad bizkaina, está siendo laminada por la imposición en las mentes y administraciones de nuestro pueblo de un concepto diluyente de nuestra esencia en el proyecto vasco. Así, algunas de nuestras comarcas han sido absorbidas por el expansionismo de nuestros vecinos, mientras a otras se las desnaturaliza invocando las esencias de lo vasco.

Corremos grave riesgo de perder las particularidades lingüísticas del idioma euskérico bizkaíno, en sus distintas vertientes; o la introducción de nueva planta en las zonas históricamente castellanoparlantes de las Encartaciones del Euskera Batua. El expansionismo del neonavarrismo Gipuzkoano, que nos impone su lengua, su visión del mundo intolerante y su rancio catolicismo jesuita ha hecho mella en muchas conciencias bizkaínas alienadas por la confusión de que la defensa de lo vasco es la defensa de lo bizkaíno y viceversa.


Es urgente que los Bizkainos volvamos a retomar las riendas de nuestro futuro, reincorporando aquellos territorios de los que se nos ha despojado, y llevando a cabo una política activa y valiente de recuperación de nuestra identidad si no queremos terminar fagocitados por el expansionismo voraz del servil vasquismo navarrista. Es hora de enseñar a nuestros jóvenes a reconocer su verdadera identidad bizkaía, y recordar a nuestros mayores cual ha sido siempre la esencia de esta tierra plural y avanzada frente a esa nueva ola de ruralismo uniformizante que nos viene de los pirineos.

martes, 29 de noviembre de 2011

Bizkaia, la gran perdedora de la autonomía vasca.

Reflexionaba hace unos días con un conocido que los paises euroescépticos han condicionado la Unión Europea para decidir sin implicarse, como el Reino Unido; y no he podido por menos que pensar en Álava; esa provincia a medio camino entre Castilla y Navarra, que sin querer ser vasca, se ha atraído para sí todos los privilegios de la autonomía.

El "vascoescepticismo" alavés propició que la capital de la autonomía recayera en Vitoria por una especie de incentivo para que los poco afectos alaveses abrazaran la autonomía vasca. Tanto la sede del poder legislativo (parlamento), como del poder ejecutivo (Lakua y Ajuria Enea), se quedaron en la llanada alavesa; mientras bien es sabido que la inmensa mayoría de los partidos que se reclaman vascos, han fijado sus sedes centrales en Bizkaia, tierra marginada de la autonomía vasca, pero donde los políticos vascos vienen a tirar las redes electorales para gobernar.

A su vez, la representación institucional de los alaveses se equiparó con la de los bizkainos y gipuzkoanos, siendo en población mucho menos numerosos que los habitantes de nuestra Bizkaia, y devaluando nuestro voto. Como hay que "integrar" a los alaveses, es necesario darles mayor poder en esta chapuza autonómica. Y esto se hace a costa de los bizkainos , que somos los grandes perdedores de la autonomía vasca.

lunes, 28 de noviembre de 2011

El necesario despertar de la Conciencia Nacional Bizkaina.

Hoy nace un blog que pone un peldaño más en el renacer de la conciencia dormida del pueblo de Vizcaya. Vizcaya o Bizkaia es una realidad nacional dormida bajo  la negación de aquellos que se dicen sus valedores. Aplastada por la bota del asimilacionismo Navarro disfrazado de nacionalismo vasco, la conciencia nacional bizkaina duerme el sueño de los justos. Aquellos que incrustados entre nosotros utilizan el nacionalismo vasco para negar la realidad nacional bizkaina, están haciendo, muchas veces de buena fe, un flaco favor a su verdadera patria: Vizcaya // Bizkaia.


A diferencia del reino medieval de Navarra, que algunos quieren reconstruir como referente nacional de los bizkainos, Bizkaia fue siempre tierra que perteneció a sus pobladores. Y esta tierra ha sido siempre una tierra plural, emprendedora, comerciante, integradora, y sobre todo, libre. A diferencia del reino navarro que algunos quieren reconstruir como república independiente de Euskal Herría, Bizkaia fue siempre de los bizkainos.

En los últimos años el pueblo bizkaíno viene observando impasible el genocidio cultural de su riqueza lingüítica en manos de la unificación cultural del asimilacionismo que nos impone el Euskara Batua. Viene pagando la factura de una autonomía vasca en la que políticamente pesa menos que la llanada alavesa o la decimonónica Gipúzkoa. El dinero que paga las infraestructuras, el gobierno vasco, la radio televisión pública, la ertzaintza... sale fundamentalmente de nuestra tierra, mientras que los réditos de esta autonomía los cobran en Vitoria o en San Sebastián.

Y todo esto se hace en beneficio de una concepción negacionista de la realidad nacional de Bizkaia. Mientas el nacionalista vasco se queja del café para todos que le ha dado el estado de las autonomías; un estado donde la ideología nacinonalista vasca ha obtenido una administración y una autonomía que gestionar, este mismo nacionalismo niega la realidad nacional de Vizcaya queriendo diluirla como un azucarillo en la entelequia vasca. Al bizkaino no se le permite amar a Bizkaia; tiene que ser también un vasco que reconstruya el extinto reino Navarro. Bizkaia, que por su particular historia puede tener más en común con las merindades de Burgos, que dieron luz a Castilla; se ve reducida a provincia periférica del nuevo reino navarro, con una idiosincrasia y una cultura que nos son ajenas. Todo ello en nombre de una pretendida unidad lingüistica que no es tal, y que por sí misma no justifica tal unión al proyecto panvasquista que pretende alejar aún más la toma de decisiones de Bizkaia, transladando la capital de la autonomía vasca desde Vitoria a Pamplona, capital de ese nuevo estado navarro.

Es hora de empezar a despertar conciencias, conciencias dormidas pero que saben que algo no funciona, que algo no va bien en esta historia que nos han vendido. Que se da cuenta del expolio de nuestro patrimonio, de la negación de nuestra identidad. Es hora de lanzar un grito que resuene en cada rincón de Bizkaia, llamando a cada bizkaitarra a recuperar las riendas de su destino. Hoy se pone una piedra más en la casa que construye la nación Bizkaitarram y que debe empezar a recorrer la nación de Vizcaya para que vuelva a ser la tierra que siempre ha sido y que corremos el riesgo de dejar de ser.