lunes, 12 de diciembre de 2011

Bizkaia es diferente y vota diferente.

Durante los últimos años he venido escuchando al asimilacionismo moderado de la autonomía vasca vanagloriarse de que mientras en el conjunto del estado teñía sus provincias de dos colores mayoritarios, los territorios objeto de su codicia mantenían la tonalidad de sus particulares designios. Esta ensoñación se ha visto truncada en las dos últimas citas electorales al congreso de los diputados, donde hace cuatro años se tiñeron del color rojo de sus adversarios políticos y en ésta última cita hemos visto una radiografía exacta del mapa histriónico de esta pantomima autonómica.

Como bien venimos avisando desde el nacionalismo bizkaitarra, los colores que tiñen Álava son fundamentalmente del color azul del vascoescepticismo; el arma empuñada por los alaveses para obtener la ventaja del soborno asimilacionista para lograr privilegios pagados por el dinero de Vizcaya.

Por otro lado, el asimilacionismo negacionista radical es prácticamente hegemónico en Gipúzkoa, modelo de desnaturalizamiento sobre el que construir Euskal Txerria. Sin embargo podemos observar que este color se extiende como una plaga contagiosa en las zonas limítrofes de ésta provincia infecciosa por el norte de Álava y el oriente de nuestra amada Bizkaia. Es la señal de alarma que nos invita a reflexionar sobre el peligro que se cierne con el avance del negacionismo radical. Un negacionismo que tiene en su punto de mira la identidad nacional de Bizkaia.

Y es que si algo tiene Bizkaia es que vota diferente porque piensa diferente. Los colores verde del asimilacionismo moderado, asentado en la capital y en las zonas rurales del centro y este de la provincia, unidas al color rojo de los grandes núcleos de población del gran Bilbao, dan muestra de que en Bizkaia se vota diferente porque se piensa diferente. Ya es hora de reivindicar esta diferencia, de agitar esas mentes verdes y rojas para hacerles comprender que pertenecen a una nación diferente de la que creen, la nación bizkaitarra. Es hora de agitar esas mentes que creen que el negacionismo radical es la defensa de su tierra, cuando supone servilismo a una identidad que no es la nuestra, y recuperar el terreno perdido en el este de nuestra tierra.

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