Somos muchos los patriotas que desde el nacionalismo bizkaino nos preocupamos seriamente sobre el porvenir que aguarda a nuestra tierra de seguir bajo la actual ola de asimilacionismo emprendida desde hace ya varias décadas y que parece no tener fin. Nuestra amada nación bizkaitarra viene sufriendo un lento pero continuado proceso de desnaturalización y pérdida de su identidad colectiva que ha causado grandes estragos entre nuestra gente. Ya hemos denunciado anteriormente el peligro que este retroceso nacional puede suponer para nuestro futuro: hablamos de la destrucción de nuestros idiomas, del olvido de nuestra herencia histórica y cultural, del expolio de nuestras riquezas, de la desmemoria, la asimilación y el postramiento frente a otros territorios y gentes. Es una amenaza latente y sin embargo real que ya ha tenido plasmaciones dramáticas en nuestra tierra.
Muchos de nuestros compatriotas se han visto forzados a emigrar debido a la falta de oportunidades que se han encontrado por mor de la pretendida construcción autonómica vasca. Durante los años de bonanza económica fueron muchos los bizkainos desplazados a tierras de la llanada en busca de trabajos y viviendas que se les negaba en nuestra Vizcaya. El crecimiento urbanístico de Vitoria Gasteiz, acompañado por la deslocalización de muchas de nuestras empresas que han buscado la cercanía con los núcleos de poder de la nueva autonomía vasca han conducido a un constante goteo de compatriotas que se han visto forzados a emigrar y llevar sus vidas más allá de Altube.
El empeño de nuestras autoridades negacionistas de repartir el mismo café para todos que denuncian del gobierno central, ha llevado a que territorios mucho menos poblados y desarrollados que el nuestro obtengan un reparto muy beneficioso en infraestructuras e inversiones en nombre del equilibrio territorial que resulta insoportable. Así, las ayudas a los campos tecnológicos de Alava y Gipuzkoa, algunos de ellos devastados por la corrupción de quienes han engordado sus bolsillos con el dinero salido de Vizcaya, ha traído como consecuencia que muchos de nuestros mejores investigadores y empresarios se hayan desplazado fuera de nuestro territorio, llevándose consigo todo su potencial de riqueza y crecimiento hacia zonas donde dichos centros han caído como un maná pagado de nuestros impuestos.
En este punto es vergonzoso el modo en que ciertos ayuntamientos de la llanada ofrecen tierras y parques empresariales a coste cero para que nuestra industria salga de Bizkaia en busca de menores costes y artificial beneficio subvencionado con nuestro dinero. Pagamos en definitiva por ser más pobres: es la gran estafa autonómica del negacionismo.
¿Es acaso comprensible que Gipuzkoa o Alava tengan la misma red asistencial sanitaria que nuestro territorio siendo zonas mucho menos pobladas que nuestra patria? ¿Con qué dinero se financian esos centros asistenciales o tecnológicos punteros de los que se han dotado? ¿Por qué el motor turístico del Guggenheim se redirige a que los turistas fijen sus estancias en hoteles de Donosti y sus vuelos en Biarritz? ¿Quién ha pagado el Artium de Vitoria para aprovecharse del renacido interés por el arte contemporáneo de nuestros visitantes? ¿Acaso es coincidencia que los principales centros de nanotecnología se hayan asentado en Gipuzkoa tras ostentar el cargo de ministra de ciencia y tecnología una donostiarra? ¿Por qué se han llevado del campus de Bizkaia el centro de hostelería y han levantado en San Sebastián el lujoso Basque Culinary Center? ¿Por qué el gipuzkoano grupo mondragón financia a los equipos de baloncesto de San Sebastián y Vitoria mientras da la espalda al basket bizkaino? Muchas son las preguntas y pocas las respuestas.
Bizkaia vive una época oscura de negacionismo y asimilacionismo que nos empuja a revelarnos contra este negro destino. Es el momento de tomar conciencia del porvenir que aguarda a las futuras generaciones de bizkainos de seguir por esta senda. Corremos el serio riesgo de tener un pasado dorado, escrito en letras de oro por los combativos y nobles hijos de esta tierra, y que se torne en un futuro gris de emigración y abandono. No hay más que ver las cifras de abandono de nuestra tierra por parte de nuestros jóvenes; las tasas de paro de nuestra Bizkaia muy por encima de sus ventajistas vecinos, la deslocalización de nuestras empresas; que no se hace hacia horizontes lejanos, sino que se encamina hacia parajes más cercanos y tramposos.
Es necesario reaccionar ante este panorama. Desde el nacionalismo bizkaino hacemos un llamamiento a nuestros conciudadanos para que hagan examen de conciencia. No es viable seguir participando de este entramado perverso de destrucción de nuestra patria. Es preciso reorganizarse y prepararse para la acción; es tiempo de despertar a la nación dormida, de agitar mentes y corazones, de aportar luz allí donde los enemigos de esta tierra han sembrado oscuridad. No hay tiempo que perder, porque nuestra querida Bizkaia demanda un autogobierno propio para poder subsistir; una autonomía libre de ataduras panvasquistas que pueda asegurar un futuro a nuestros compatriotas. Necesitamos del concurso de todos y todas, del apoyo sin fisuras de aquellos que se demandan hijos e hijas de esta tierra para poder ofrecerle una oportunidad a nuestro pueblo. Es tiempo del renacer nacional de Bizkaia.
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