Vizcaya is different: Bizkaia ez da Euskal Txarria!!! Nuestra tierra tiene una identidad propia que debe ser salvaguardada del nuevo asimilacionismo navarro. Las ideas propagadas desde el asimilacionismo pretenden diluir nuestra identidad en una amalgama de pueblos lacayos de este estado de nueva planta que se alimenta vorazmente de nuestros recursos. Sin embargo, el negacionismo no puede resistir el más mínimo análisis crítico de sus postulados, poniéndose enseguida en evidencia y tomando una actitud abiertamente defensiva y hostil hacia el patriota bizkaitarra.
El primer fundamento del asimilacionismo es que nuestra tierra es una provincia más del "pueblo del euskera". Éste pueblo, cuyo estado nación pivotó alrededor del Reino de Navarra, debe recuperar su soberanía alrededor de la lengua, para así prevalecer en el tiempo. Todos los bizkainos estamos familiarizados con éste discurso negacionista; y muchos de entre nosotros lo han adoptado de buena fe, al amar las lenguas de su tierra y confundir ese amor con un proyecto político. Entre nosotros: todos tenemos una madre o un padre a quien queremos y amamos; pero de ahí a construir un discurso político alrededor del amor a nuestros progenitores media un mundo. Y este discurso se vuelve particularmente perverso cuando pretendemos que en virtud de ese amor sublimar hasta el incesto la relación con alguno de ellos y desnaturalizar completamente el sentido primigenio del cariño entre padres e hijos.
Algo semejante ocurre con los postulados del negacionismo. Para empezar, en nombre de la defensa del "pueblo del euskera", se destruye precisamente dicha comunidad lingüística, que por sí misma no justifica la construcción de un estado. Sería tanto como pretender que todos los países francófonos volvieran a levantar un gran imperio desde Quebec hasta África, integrando regiones de Suiza y Bélgica en nombre de la lengua común. Sería negar la pluralidad nacional de América Latina, donde la misma lengua recorre el continente desde la Patagonia hasta el Caribe, y más al norte, los suburbios de Nueva York. Negar la identidad diferenciada de Bizkaia en nombre del pueblo del euskera es una osada pretensión negacionista destinada a minar nuestra propia esencia nacional.
Más aún podemos ahondar en la idea que la propia comunidad de lenguas con raíz euskérica (señalemos lo de LENGUAS), en realidad es terriblemente diversa, frente al proyecto asimilacionista e uniformizante del panvasquismo navarrizante. Si cogemos un mapa del pretendido nuevo reino navarro del euskera, nos encontraríamos con un panorama como el dibujado por Koldo Zuazo y que se puede consultar en la wikipedia, y que quedaría así:
En dicho mapa, y restando las zonas grises del área de Pamplona y norte de Álava, que señala el propio autor como zonas donde las lenguas euskéricas están extintas desde el S.XIX, el "pueblo del euskera" apenas comprende un tercio del territorio demandado por los negacionistas como solar del nuevo estado navarro. ¿Por qué entonces ese afán de introducir con calzador esa lengua sintética que es el Euskara Batua en zonas hispanoparlantes? El argumento de que eran zonas donde se hablaba el idioma, podría dar lugar a reclamar la luna; como si un nuevo imperio castellanoparlante exigiera a los EEUU la entrega de los estados de California, Tejas, Nevada, Colorado, Luisiana, Florida y Nuevo México como tierras que pertenecieron al antiguo imperio español y donde se introdujera un idioma castellano desnaturalizado para américa latina en nombre del "pueblo del castellano".
El propio mapa de Zuazo, y el negacionismo en general, se resisten a aceptar que en las llamadas tierras donde se utiliza el "dialecto occidental" y que corresponden íntegramente con parte del solar nacional Bizkiano, existe una pluralidad de formas de expresión de estos idiomas. Todos los bizkaínos sabemos las dificultades de comunicación que existen entre quienes practican sus viejos idiomas euskéricos en la zona de Ondárroa, con los de Bermeo o Dima. Precisamente porque son idiomas diferenciados y ricos con una misma raíz; y que ahora se pretenden destruir de la mano de esa aberración del Batua.
Bizkaia misma es una nación plural que no puede cometer los mismos errores del negacionismo. Sabemos que somos una tierra que es fruto de la unión y libre voluntad de las zonas que la componen. La Vizcaya medieval, a la que posteriormente se unieron el Duranguesado y a principios del S XIX las Encartaciones, debe velar por su pluralidad interior huyendo de cualquier tentación uniformizadora como la que pretende el asimilacionismo. Debemos sacar a gorrazos de nuestra tierra a todos aquellos que se están lucrando con la destrucción de nuestra riqueza lingüísitca, comenzando por los chupópteros de Euskaltzaindía, y seguido de los políticos negacionistas que incrustados entre nosotros, pretenden acabar con nuestro patrimonio identitario.
Es hora de comenzar a denunciar las falacias que niegan a Bizkaia como solar común de los bizkaínos. Es tiempo de acabar con la confusión sembrada por el asimilacionismo navarrizante, de agitar las mentes y corazones de nuestros compatriotas, de hacerles ver que no tienen que sentir vergüenza por hablar la lengua de sus padres y abuelos, ya sea porque se expresan en lengua bizkaina y no les dejan obtener esa abominación que es el EGA, o porque lo hacen en lengua castellana, como lo hicieron sus ancestros en las Encartaciones. Es hora de denunciar la mentira y devolver la dignidad a Bizkaia; la misma dignidad que desde sus tumbas nos exigen los dos mil bizkaínos que aplastaron los últimos rescoldos del reino de Navarra en las llanuras de Noain. Es tiempo del renacer como nación de Vizcaya y enarbolar en alto el escudo de nuestro árbol de Gernika, del que tanto tiempo llevan alimentándose los cerdos de Euskal Txerria, y de plantar de nuevo el árbol malato en los confines de nuestra tierra, para señalar la frontera entre los patriotas bizkaínos y los negacionistas que vuelven a campar por nuestra tierra y que deben ser devueltos más allá de los límites marcados por los retoños del gafo.
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