El negacionismo se empeña en asimilar al bizkaíno con la historia del Reino de Navarra. Nada más lejos de la realidad histórica. Frente a la pretensión de que durante el reinado de Sancho el Mayor, Vizcaya formó parte de Navarra, debemos señalar que en el medievo los reyes heredaban y dividìan las tierras en función de herencias y casamientos, y si bien es cierto que durante aquel reinado, Vizcaya se vio bajo la soberanía de un rey navarro, tampoco es menos cierto que junto a ella estaban Castilla, Aragón, Cantabria y la Rioja, sin que hoy nadie pretenda integrar estas tierras en el nuevo estado neonavarro de los pirineos. Sancho el Mayor controló durante su reinado un trono que agrupó diferentes tierras, que a su muerte dividió entre sus herederos, por lo que la pretendida unidad territorial que proclama el asimilacionismo es en realidad un fraude cogido con alfileres.
Más al contrario, Vizcaya fue siempre tierra de libertades, frente al control feudal de los reyes. Se gobernaba con su propio fuero y estuvo siempre cómoda como simiente del reino de Castilla, frente a los reinos Navarro y Leonés que ansiaban el control de sus tierras. Prueba de esta fértil simbiosis castellano-bizkaína, la fundación de Bilbao vino de la mano del noble riojano Diego López de Haro, señor de Vizcaya y cuyos lobos jalonaron durante siglos nuestro escudo junto con el árbol de Gernika.
El protagonismo de los bizkaínos de la mano de la familia de los Lope Díaz y Diego López, señores de Bizkaia y guardianes de la frontera castellana frente al afrancesado reino de los pirineos, fue siempre preminente en la historia de la corona de Castilla. Así, los naturales de nuestra tierra llevaron el peso de la gloria de este reino siendo su fuerza de choque en batallas como las Navas de Tolosa, donde el centro del ejército cristiano fue ocupado por el señor de Bizkaia y sus huestes. Éste esfuerzo en construir un reino de Castilla frente al anexionismo navarro fue reconocido a nuestros antepasados con hidalguías y prebendas: el propio fundador de Bilbao otorgó a la villa el fuero de Logroño, una carta de derechos y leyes que daba a la futura capital de Bizkaia libertades importantísimas para la época, y que animaron a los habitantes de nuestra tierra a ser muro de Castilla frente a sus enemigos navarros.
Hoy en día el negacionismo rechaza la verdad de que fueron los tercios de Vizcaya y no el Duque de Alba quienes haciendo un último servicio a Castilla, entraron en 1512 en el territorio de Navarra, uniéndolo definitivamente a la península ibérica frente a sus monarcas franceses. En su nuevo proyecto de renacimiento del difunto Reino de Navarra, pretenden atribuir a los antepasados de la andaluza duquesa de Alba una gesta que da fe de la combatividad bizkaína por mantener su identidad.Una vez más los negacionistas menosprecian nuestro glorioso pasado, restando a nuestros antepasados méritos y esfuerzo por mantenerse diferenciados de una patria que nos es extraña: escribiendo con indisimulado descaro otra página más en la historia de la infamia que pretende subyugar como provincia traidora a nuestra tierra en torno al proyecto panvasquista y navarrista que pretenden imponernos.
Es hora de que Vizcaya tome conciencia de esta nueva agresión, y rompa con las cadenas que intentan imponernos. Es hora de agitar la mente dormida de nuestros paisanos, de llamarles a recuperar el pasado que les pertenece para que sigamos siendo dueños de nuestro futuro. Es hora de decir que Bizkaia no es Navarra, que nunca lo ha sido ni lo será. Los que amamos a nuestra tierra la queremos libre y autónoma, no postrada y esclava del proyecto uniformizante del asimilacionismo navarro.
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